Se supone que actualmente los supermercados son espacios en los que podemos encontrar todo lo que necesitamos, sobre todo cuando se trata de comida. Pero, ¿será que los productos que en ellos se ofrecen muchas veces aportan elementos que nuestro cuerpo no requiere?
(Fotos: Luna Lucía)
Es cierto que en estos lugares tenemos todo a la mano, pero los productos que se ofertan, como los vegetales, también contienen muchas veces químicos o fertilizantes, entre otras sustancias, que no necesariamente nos hacen bien.
Y es así, cuando la gente se cuestiona, que nacen las buenas ideas y las pequeñas grandes iniciativas de las que me encanta escribir.
Un grupo multidisciplinario de amigos, entre comunicadores, antropólogos, ingenieros y hasta politólogos, ha puesto en marcha un pequeño, pero motivador proyecto llamado “Canasta Allin Mikuy Ayllu”. Se trata de una canasta comunitaria que busca agrupar a familias interesadas en consumir productos orgánicos y les facilita la adquisición de los mismos de manera colectiva, contactando directamente al proveedor y vendiendo al por mayor. “De esta manera se abaratan costos y se fomenta el comercio justo, buscando que la cadena de comercialización acerque a los productores y consumidores retirando a los intermediarios”, me cuenta José Luis Ricapa, quien forma parte del proyecto.
Consumiendo los alimentos de esta canasta, tanto el consumidor como el productor pagan y reciben respectivamente un precio justo por la transacción, se benefician las economías locales de nuestras comunidades, no se impacta negativamente en la naturaleza y se fomenta la alimentación responsable. Según me comenta José Luis, “no hay consenso médico sobre los efectos a largo plazo de los alimentos no naturales, pero hay una tendencia a afirmar que son generadores de alergias y enfermedades del sistema inmunológico, por esto, bajo un principio de precaución, consumir alimentos orgánicos reduce ese riesgo y nos retira de la exposición a esa amenaza”.
LA CANASTA
Actualmente son 30 familias las que participan de la canasta cada 3 o 4 semanas, según ha planteado el equipo como tiempo aproximado para cada entrega. Primero se difunde el listado de los alimentos que contendrá la canasta (se espera el pago por adelantado, a fin de pagar al productor al momento del recojo); y, llegado el día, se convoca a todas las familias a reunirse para participar del armado de las canastas, llevando cada uno sus propios sacos o mochilas para llevar sus alimentos a casa. Sin duda, es un privilegio poder alimentarse de esta forma tan armoniosa, casi ancestral, conociendo la historia de lo que comes, de dónde salió, por dónde pasó, a quiénes benefició y qué impacto ocasionó.
En esta primera etapa, la canasta cuenta con más de 30 productos, entre hortalizas, frutas, menestras, cereales, ovolácteos, entre otros. “La Canasta no incluye carnes, por ahora es vegetariana, aunque no es cerrada a que en algún momento se incluya alguna carne”, me cuenta José Luis.
Para mí su canasta es bastante variada. Contiene plátanos, mandarinas, uvas, duraznos, quinua, arroz integral, harina de coca, avena, lentejas, frijoles, café, champiñones, panela, huevos de corral, té verde, miel, yogurt, queso, papas, tomate, cebolla, lechuga, zanahoria, choclo, apio, perejil, entre otros.
Aún no es viable alimentarse enteramente con productos de la canasta, ya que estas no contienen todo lo que hay en el mercado convencional y no podrían abastecer a los consumidores en caso de que se les acaben los alimentos antes de la siguiente canasta. Sin embargo, eso no quita que esta iniciativa resulte muy interesante para quienes quieren probar productos orgánicos a menores costos que en las bioferias (aproximadamente un 25% más barato, según indican).
Se ha hablado mucho del sabor superior y la calidad nutricional de este tipo de comida, pero por lo general el estigma del precio nos ha hecho limitarnos, así que aquí hay una nueva oportunidad para probar.
Para contactarse con los organizadores de la “Canasta Allin Mikuy Ayllu” escriban a esta dirección:allin.mikuy.ayllu@gmail.com. Y como dicen ellos mismos, “si no están de acuerdo con la dinámica de la canasta, organicen sus propias canastas… así vamos aportando también a que al tamaño del mercado y la demanda de los productos orgánicos crezca en beneficio de más productores y futuros consumidores”.
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